10/3/69
Un hombre nunca puede superar o perder al Dios que conoce en primera persona, experiencia en tiempo presente. Y cuando encuentra a este Dios, le dice a sus hermanos, diciendo: Si no hubiera venido y te hubiera hablado, no tendrías pecado, pero ahora no tienes excusa para tus pecados. Dios se revela al hombre como su eterno contemporáneo, diciendo: "A menos que creas que yo soy él, morirás en tus pecados", pero el hombre encuentra casi imposible mantener la tensión. Piensa en Dios en tercera persona, se dirige a él en segunda persona, pero solo puede conocer a Dios en primera persona, experiencia en tiempo presente. Imagínate: nadie puede pecar hasta que Dios se revela al individuo en primera persona, experiencia en tiempo presente. Solo entonces el hombre no puede tener excusa para su pecado. Y cuando uno que encuentra a Dios se lo dice a sus hermanos, no recibe una mayor recepción que la primera, porque lo ven como un hombre de carne y hueso, y no pueden ver a este ser invisible que dice: "Yo baje del cielo". El hombre está buscando que Cristo venga de fuera, pero su revelación se susurra desde dentro.
