La vida nunca envejece. La edad no es el paso de los años, sino el inicio de la sabiduría.
El amor, la fe, la confianza, la alegría, la buena voluntad y la inspiración nunca envejecen.
La vida siempre busca expresarse a través de nosotros en sus niveles más altos, independientemente de nuestra edad.
Debemos aprender a escuchar estos impulsos que vienen de dentro, ya que son verdaderas incitaciones del Espíritu, o del Dios dentro de nosotros, dicicéndonos: "Elevete a mí, porque te necesito".
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