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La Biblia, de principio a fin, es la visión del Señor Dios Jehová, pero el mensaje que allí se da se puede aplicar de la manera más práctica.
Dentro de dos semanas se contará al mundo occidental la historia del Viernes Santo. Oirán de un hombre que estaba en un jardín con los que le creían, cuando vino una partida de soldados buscando a cierta persona. Luego se dice: “Sabiendo lo que le había de acontecer, Jesús se adelantó y dijo: '¿A quién buscáis?' y ellos respondieron: "Jesús de Nazaret". Entonces él les dijo: 'Yo soy'. (El pronombre “él” no está en el manuscrito original). Cuando oyeron eso, retrocedieron y cayeron al suelo. De nuevo preguntó: '¿A quién buscáis?' y de nuevo respondieron: 'Jesús de Nazaret', y él dijo: 'Os dije que lo soy; Así que, si me buscáis, dejad ir a estos hombres.'”
Esa es la historia y cuando el hombre escucha por primera vez que quien está hablando es su propio y maravilloso YO SOY, cae al suelo con sorpresa e incredulidad. Verás, la palabra “Jesús” significa “Yo soy”. Registrado en el Antiguo Testamento como “Jehová el Señor”, cuando el nombre se revela, es “Yo soy”. Esto es cierto en todas las Escrituras. Cuando aquellos que buscan un salvador en el exterior escuchan que su maravillosa imaginación humana es Jesús, retroceden sorprendidos, porque simplemente no pueden creerlo.